miércoles, 28 de mayo de 2008

Fiebre

Tengo fiebre. No sé porqué escribo si tengo fiebre.
He visto morir al Cayao. No ha sido la muerte de un anciano en su cama. La muerte no es sueyo. La muerte es sudor, es ansiedad, es vómito, es moscas.
La fiebre hace de mis pensamientos algo material. Son piedras que golpean en mi cabeza desde dentro. Trozos de canciones que se repiten. No hay control.
Si no me equivoco, estoy aún a un día de marcha del poblado. Muerte cerca. Calambres en el estómago. Piedras en la cabeza.
Un día de marcha en esta puta selva. Los ecologistas quieren protegerla. No tienen ni puta idea los ecologistas. Comiendo frutas, por favor que no me envenene. No sé cazar. Debería haber aprendido a cazar. Todo sería más fácil. Los putos ecologistas. Un mundo de pavimento y edificios y carreteras. Sin animales y plantas que nos amenacen. Eso estaría bien. La naturaleza asesina.
El Cayao ha llegado hoy al límite. Y después de llegar, lo ha sobrepasado. Ahora entiendo que se haya rajado el cuello. Lo entiendo de verdad. Cuando se pasa la línea ?qué otra opción queda?
Se ha caído y me ha dicho que siguiera. Que le dejara el cuchillo. Yo no quería que se matara. No por cómo se dice altruismo qué hostias.No quería que se matara para no quedarme YO solo.Cuántas mentiras en los libros, en las películas. Así es el ser humano. Egoísmo. Y nadie puede decir que es mentira, yo digo la verdad porque yo estoy aquí. Y los de los libros y las películas no tienen ni puta idea de nada.
He visto al Cayao pasar de Cayao a NADA. No puedo imaginar ningún dios recogiendo su alma? espíritu? mientras le goteaba la vida por el tajo del cuello. Debo caminar. Tengo fiebre.

1 comentario:

Kunin dijo...

Si señor! Quiero más de esto. Muy bueno.