Por GeorgeRexTA [at gmail [dot] com] (Flickr: London Riots, burnt-out bus) [CC-BY-SA-2.0], undefined
La noche es joven. La noche es peligrosa. Dos frases tópicas pero que muchos habitantes de algunas de las principales ciudades del Reino Unido suscriben completamente estos días. Jóvenes británicos protestan violentamente ante una policía que no parece capaz de manejar la situación. Los recortes sociales implantados por el gobierno (mientras se destinan cuantiosos fondos a la organización de unos futuros juegos olímpicos), altas tasas de paro y ciertos comportamientos racistas parecen ser el detonante de las protestas.
Encapuchados armados con blackberrys de última generación mantienen en vilo a un país, enfrentándose a la policía y a patrullas ciudadanas, quemando edificios y vehículos, asaltando grandes comercios y pequeñas tiendas de barrio. La indignación se tiñe de descrédito a base de pillaje y vandalismo.
Inspirados en las revueltas en Francia de 2.005, en las recientes protestas en el mundo árabe y en el movimiento de los indignados, estos rebeldes británicos han entendido que la violencia es el medio para expresar su desencanto. Mientras nuestras aburguesadas conciencias rechazan enérgicamente sus actos vandálicos, estos jóvenes anarko-hooligans tratan de llamar la atención de sus flemáticos compatriotas haciendo la guerra y no el amor. Una actitud que contrasta enormemente con el espíritu neo-hippie de sus colegas hispanos del 15-M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario