bebida merovingia

Hermanos miembros, como sabéis se acerca el invierno, y salvo que el cambio climático se precipite, nos va a tocar aguantar veladas a 2 y 3 grados sin más fuente de calor que la máquina de tabaco.

Y claro, en esto que llegas al bar a las 11 de la noche, hace un frío del carajo, y dices "qué me pido?". El frío y las molestias de garganta endémicas en estas fechas descartan cerveza y refrescos. El socorrido té (incluso aliñado con un chorrillo de whisky) se hace aborrecible a partir del tercero, y la manzanilla la descarto por sus connotaciones feminiles. Así pues, la bebida reina de la navidad hasta la fecha ha sido, para sorpresa de multinacionales, publicistas y técnicos de mercado, la copa de anís.

En sus múltiples variantes, la copa de anís da un juego que ya quisiera para sí la coca-cola. El anís seco, el dulce, el anís del mono y su enigmática etiqueta, o el pegajoso marie brizzard han reconfortado partidas de golf virtual, campeonatos de mus, experiencias espiritistas e hipnosis colectivas. Pero amigos, reconozcámoslo, al cabo de una semana de anisetes, al contemplar la botella transparente uno experimenta cómo la garganta protesta y el estómago se retuerce. Necesitamos encontrar una alternativa.

Así pues, al igual que Perceval encontró el Santo Grial, a nosotros nos corresponde encontrar alternativa a la copa de anís. He estado buscando pero el condenado blogger no me permite establecer ningún tipo de lista sobre la que se pueda votar (como en las encuestas del marca), así que me encomiendo a vuestras propuestas y comentarios. Eso sí, aquí van algunas propiedades deseables:
-que no esté frío, que ya hace bastante frío fuera.
-que tenga una graduación alcohólica tal que te permita consumir 3 o 4 en una noche (vamos, que la absenta la descartaría)
-que no se enfríe inmediatamente, como le ocurre a las infusiones
-que al cabo de unos días de consumo, siga resultando atrayente
-que esté bueno, claro

¡Manifestaos!