domingo, 21 de agosto de 2011

mis deberes frikis

Cuando las vacaciones se acercan, uno se va dejando cosas pendientes para hacerlas cuando haya tiempo libre. Algunas son tareas desagradables que se dejan para después, como temas de bricolaje o mantenimiento. Otras son más divertidas, como visitar algún lugar o pegarse una comilona. En unas vacaciones excepcionalmente largas, y en las que además no me puedo ir de viaje a ningún sitio, me he ido preparando varios "deberes", y creo que en general he cumplido.

Mi lista de deberes estivales incluía dos puntos que me atrevo a calificar de "frikis": ver "juego de tronos" y leer "la marca amarilla".

Juego de tronos ha sido la serie de la temporada, frikistamente hablando. Recomendadísima por amigos, conocidos y blogs, tenía muchas ganas de verla. Es una serie de HBO, de diez capítulos de casi una hora, de temática fantástico-medieval, y la verdad es que está muy bien. Está basada en una serie de libros denominada "canción de hielo y fuego", y esta primera temporada de la serie coincide con el primer libro. Habrá que ver qué pasa en el futuro, ya que la saga está prevista a siete libros y hasta el momento sólo hay cinco. La segunda temporada está programada para empezar a emitirse el próximo 12 de abril en EEUU.

Para los que no la hayáis visto y queráis saber a qué se parece, haré una aproximación grosera: recuerda un poco a una mezcla entre "el señor de los anillos" (pero sin hobbits, ¡yuju!) y "dune". Los primeros capítulos se hacen un poco pesados (rollo "dinastía") y estuve a punto de abandonar la serie alrededor del quinto, pero a partir de ahí mejora mucho y te captura como espectador.

Lo mejor: la intro de los capítulos, la música, el ambiente de un mundo distinto, el análisis de los personajes y casas, algunos diálogos afilados, la infografía.
Lo peor: en infografía no han escatimado presupuesto, pero en otras cosas sí; por muy medievales que sean, es poco creíble que reyes y princesas sólo tengan un traje. Y si hay una batalla entre ejércitos de 20000 personas y sólo salen 30 en pantalla, algo no cuadra. Otra cosa un poco liante es que a veces se dedica bastante tiempo en unos personajes que luego son irrelevantes.

Curiosidad doblemente friki: en este blog se hace un análisis de las secuencias de lucha desde el punto de vista de un experto en espadas medievales y esgrima.

La marca amarilla es un cómic francobelga que se hizo muy famoso en círculos frikis a partir de que Álex de la Iglesia tratara de adaptarlo al cine. A partir de ahí ha habido varios blogueros que se han interesado en el cómic y han llegado a recomendarlo. No es mi caso.

El cómic es el tercero de las aventuras de Blake y Mortimer, dos investigadores ingleses. Estéticamente es clavado a Tintín, pura escuela francobelga, no en vano el dibujante trabajó con (o "para") Hergé. Pero en cuanto a la trama me ha defraudado absolutamente. Los personajes principales no hacen apenas nada y se limitan a ver pasar los acontecimientos hasta prácticamente el final, que se resuelve de una manera excesivamente abrupta y sin gracia. El único que merece la pena es el malo de la historieta, de la que no quiero dar muchos más detalles por si alguien más se anima a leerlo o algún día se hace finalmente la película. Sólo añadir que todo el cómic rezuma una anglofilia que lo hace doblemente asquerosito.

Si alguien me recomienda un buen cómic francobelga, lo leeré con mucho gusto, ya que me encantan. De hecho desde aquí voy a recomendar la saga de Johan y Pirluit, que en teoría son mucho más infantiles que Blake y Mortimer, pero en la práctica les dan cien patadas. Recomiendo "el juramento vikingo" o "el señor de pikodoro", y si os gustan, podéis seguir con el resto.

caras de Bélmez

Este blog pierde muchísimo como referencia esotérica cada día que pasa en el que no hablamos del museo de las caras de Bélmez. Aunque la noticia es de hace un año, la reciente licitación de la obra ha vuelto a poner el tema de actualidad.

De todos los artículos y opiniones que podréis encontrar en internet, recomiendo este, por el estilo afilado, porque da nombres y apellidos, por las insinuaciones, por los juicios y por el encabronamiento de su autor. La opinión es claramente parcial, de hecho el autor del artículo es también uno de los responsables del libro "Los caras de Bélmez", que denuncia el caso como un simple fraude para ganar dinero. El artículo de la wikipedia ofrece versiones tanto paranormales como escépticas, aunque me temo que la inclinación es clara hacia el fraude.

En fin, aunque misterio parece que no hay mucho, ya que el viaje a Rennes-le-Château hace un par de años nos falló, podemos ir pensando uno a Bélmez de la Moraleda para aclarar este asunto empíricamente. Porque ir a Francia tiene su dificultad, pero a Jaén va cualquiera, y si no podemos ver las caras, ya sea porque el museo aún no está hecho (y cuando esté hecho sólo va a albergar fotos), o bien porque en la casa no nos abren lo puerta, lo que seguro que podemos ver de cerca son tapas de jamón serrano y vino del terruño.

sábado, 13 de agosto de 2011

tributo a "A la púa"

Después de haberlos visto cien veces, uno no espera milagros ante un concierto más de A la púa. Pero es que además, esta vez las cosas estaban difíciles: el debut de un nuevo guitarra que bastante tiene con sacar adelante las canciones y el bajista con su habitual movilidad reducida dejaban toda la responsabilidad en manos de Juanfra. Una vez leí sobre John Bonham, el batería de Led Zeppelin, algo así como que su grandiosidad estaba en no hacer más de lo que podía. Y algo así pasó anoche; en lugar de apocarse, o de haberse dedicado a desfases histriónicos, Juanfra se limitó a hacer lo que sabe hacer: ser el líder de la mejor banda local de su generación.

La quietud de sus dos flancos curiosamente ayudó, ya que Juanfra no necesitó de aspavientos para transmitir nada, y pequeños gestos que otras veces se diluyen en el conjunto tomaron más protagonismo. Pero donde estuvo la clave fundamental para entender lo que pasó ayer fue en la mesa de mezclas. No sé cómo se llama el chico que se encargó ayer aunque lo he visto veinte veces, pero se puede dedicar a esto si quiere. A la púa es un grupo de rock español, sus letras transmiten algo, y merecen que la gente las entienda sin tener que memorizar los discos previamente. "Guitarras y voces", ha repetido Juanfra montones de veces. Ayer me acerqué un momento a la zona central y las guitarras me tiraban para atrás.

Que el concierto empiece y escuchar de forma limpia y contundente temazos como De frente, Cuerdas de papel o Fiel es el regalo que nos encontramos los que ayer esperábamos un concierto más de la noche de rock de las fiestas.

La evolución del concierto fue más o menos la habitual en una noche de las fiestas. A la púa ha llegado a ser la banda más importante de esta comarca no sólo por sus canciones, sino también por su relación cercana con sus fans y por ser los maestros y tutores de las bandas posteriores. Así que pasaron por el escenario la habitual tropa de amigos, colaboradores y discípulos. Y también, cómo no, hubo tiempo de tocar alguno de los temas del recuerdo, que hacen que uno se acuerde de cuánta gente ha pasado por la banda y ha ido dejando un legado que no desaparecerá. El concierto fue avanzando y, en poco tiempo que venía otro grupo después, terminó con la clásica versión de Kualkier día.

Después vinieron los Fenómenos Extraños, que demostraron que se puede seguir siendo un gamberro genial con cuarenta años o casi y nos tuvieron a todos riendo y bailando durante un buen rato.

En fin, una noche épica. Para no perdérsela.

jueves, 11 de agosto de 2011

La rebelión de los perroflautas británicos




Por GeorgeRexTA [at gmail [dot] com] (Flickr: London Riots, burnt-out bus) [CC-BY-SA-2.0], undefined

La noche es joven. La noche es peligrosa. Dos frases tópicas pero que muchos habitantes de algunas de las principales ciudades del Reino Unido suscriben completamente estos días. Jóvenes británicos protestan violentamente ante una policía que no parece capaz de manejar la situación. Los recortes sociales implantados por el gobierno (mientras se destinan cuantiosos fondos a la organización de unos futuros juegos olímpicos), altas tasas de paro y ciertos comportamientos racistas parecen ser el detonante de las protestas.

Encapuchados armados con blackberrys de última generación mantienen en vilo a un país, enfrentándose a la policía y a patrullas ciudadanas, quemando edificios y vehículos, asaltando grandes comercios y pequeñas tiendas de barrio. La indignación se tiñe de descrédito a base de pillaje y vandalismo.

Inspirados en las revueltas en Francia de 2.005, en las recientes protestas en el mundo árabe y en el movimiento de los indignados, estos rebeldes británicos han entendido que la violencia es el medio para expresar su desencanto. Mientras nuestras aburguesadas conciencias rechazan enérgicamente sus actos vandálicos, estos jóvenes anarko-hooligans tratan de llamar la atención de sus flemáticos compatriotas haciendo la guerra y no el amor. Una actitud que contrasta enormemente con el espíritu neo-hippie de sus colegas hispanos del 15-M.



lunes, 8 de agosto de 2011

Te quiero Alicia guapa








By Izquierdojv (flickr) [CC-BY-SA-2.0], via Wikimedia Commons





"Te quiero Alicia guapa". Cuando leí estas cuatro palabras no pude evitar pensar en el anónimo personaje que las escribió, protagonista no de la noticia (apenas sería un discreto secundario), pero sí de una historia de amor en un mundo tan poco propicio como el de la política.

El diario hablaba de la obtención de un concejal por parte del PP en el ayuntamiento de Barcelona, en detrimento de CiU. El Partido Popular reclamó ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña la validez de decenas de papeletas electorales que fueron consideradas nulas en un primer escrutinio. El Tribunal consideró válidas la mayoría de esas papeletas, obteniendo así el PP un concejal más. Sin embargo, algunas de esas papeletas siguieron considerándose nulas debido a que contenían frases escritas a mano: algunas intrascendentes ("Sí vota", "Doy mi voto"), otras ofensivas ("Ladrones", "Mamones"). Pero entre todas esas frases brillaba una con luz propia: "Te quiero Alicia guapa". Alicia, claro está, es la candidata del PP a la presidencia de la Generalitat de Catalunya, Alicia Sánchez-Camacho.

Imaginé al autor de esta declaración de amor como el militante del PSOE de toda la vida que traiciona a su partido a causa de un enamoramiento súbito, un flechazo electoral. Tránsfuga sentimental, habría acudido a todos los mítines de Sánchez-Camacho camuflado entre la multitud, con camisa azul y jersey anudado al cuello, intentando que ninguna cámara de televisión enfocara su rostro, sonriente y extasiado ante la desenvoltura de su amada encima del escenario.

Contemplé también la posibilidad de que el anónimo enamorado fuese un independentista catalán, fascinado por la oratoria y la sensualidad de la líder conservadora. Dicen que los polos opuestos se atraen, y nadie puede dudar de la capacidad de Sánchez-Camacho para seducir a alguien con una ideología tan distinta a la suya. ¿Acaso no fue capaz la portada de Woman de seducir en su día a un distinguido nacionalista catalán, ex vicepresidente económico del Barça conocido (y reconocible a lo lejos) por sus estrambóticas americanas?

Pero tal vez nada sea tan complicado. Parece más plausible que el autor de la anónima nota fuese un simpatizante del PP, tal vez un joven militante de Nuevas Generaciones atraído por la madura líder de su partido. Imberbe jovenzuelo, democráticamente virgen, habría guardado cola pacientemente en la mesa electoral para ejercer por primer vez su derecho. Al llegarle su turno, presa de un súbito impulso, antes de depositar su papeleta en la urna habría corrido hacia una cabina electoral para expresar sus sentimientos hacia su amada Alicia en forma de anónimo escrito. Por fin, sintiendo su corazón ya liberado, habría acudido hasta la urna sin dejar de pensar en su amada, Dustin Hoffman y Anne Bancroft, sudor frío, manos temblorosas, respiración entrecortada, la papeleta en la mano, dispuesto a introducirla por primera vez, la presidenta de la mesa escrutándolo, cogiéndosela suavemente y dirigiéndola hacia la abertura, consumando el acto. El muchacho, henchido de amor, feliz y sonriente, saldría del colegio electoral encendiendo un cigarrillo y musitando unas palabras: "Te quiero Alicia guapa".