No falla. Llega el 15 de julio, pones la radio por la mañana y... sorpresa, están los suplentes.
Da igual que sea en mitad de semana. Y tal vez hayan dicho algo a última hora de día anterior, pero claro, uno sólo escucha la radio durante unos minutos, y al parecer que te cambien a todos los presentadores de todas las cadenas el mismo día no es una noticia importante, a diferencia del último EGM, por ejemplo.
Está claro que todo el mundo tiene derecho a tomarse unas vacaciones. Pero me toca las narices que estos profesionales excelentemente bien pagados, que se ganan la vida denunciando injusticias, solidarizándose con los débiles y abogando por el cambio, tomen las de villadiego al unísono el día 15 de julio y desaparezcan de la faz de la tierra hasta septiembre nada menos. Alguno incluso tiene la cara dura, cuando vuelve, de emitir alguna enérgica proclama sobre algún tema de los que fue relevante en mitad de agosto. Si era tan importante, haber llamado por teléfono al programa cuando fue noticia, sinvergüenza.
Y es que esta gente se gana la vida contando la actualidad, y esta no se va de vacaciones. Accidente de avión, guerras en Ucrania y Gaza, y veremos qué nos depara el próximo mes. Otros años ha habido otras noticias y da igual, para ellos lo sagrado son sus vacaciones.
Seguro que alguien ya me está tachando de explotador y de que pretendo que esta gente vuelva al frente de sus matinales de 5 horas de duración si cae una bomba en Chechenia. Y no es así, porque afortunadamente estamos en el siglo 21 y es muy fácil distinguir al que tiene un morro que se lo pisa del que no. Hay quienes durante sus vacaciones parece que hayan entrado en un agujero negro, y hay otros como Álex de la Iglesia que son exactamente lo contrario: cuando está trabajando escribe algún tuit, pero cuando está de vacaciones tuitea el triple: cualquier noticia que le parezca interesante, cualquier trabajo reseñable de un compañero, cualquier nota humorística. Es la diferencia entre la gente que se dedica a buscar la complicidad del oyente únicamente para llenarse los bolsillos, y la gente cuya pasión es seguir la actualidad.
La única lástima es que al fin y al cabo esto lo hacen todas las cadenas, y cuando llegue septiembre ineludiblemente tendremos que elegir entre alguna de estas primadonas que se indignarán por tal o cual declaración política como si mereciera una revolución, sin recordar que si hubiera llegado una semana antes, no se habrían movilizado ni por una invasión alienígena.